Estos días celebramos el 40º aniversario de la misión Apolo-Soyuz, la única ocasión en la que las dos superpotencias enfrentadas durante la Guerra Fría colaboraron en un vuelo espacial tripulado. Apolo-Soyuz se convirtió en una exótica iniciativa puntual que no tuvo continuidad, pero no tenía porque haber sido así. Ya antes de que la misión tuviese lugar en 1975, los dos países discutieron una posible prolongación del programa, aunque la NASA dejó claro que en cualquier colaboración posterior tendría que emplearse el transbordador espacial.
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