En 2007, Max Higgins llegó a la Argentina diciendo que era el Rey del Entretenimiento. Organizó un reality de fútbol con grandes figuras y compró un terreno en San Pedro para armar el parque de diversiones. Andaba en autos de lujo, dormía en hoteles cinco estrellas y tenía una séquito de guardaespaldas. Pero todo fue una farsa
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