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El miedo a la verdad distinta

Por eso el fundamentalismo es un síntoma de vejez y de esclerosis. Nunca es pionero. El fundamentalismo es añoranza de un tiempo pasado ficticiamente mejor. Es una respuesta torpe a preguntas que ya no saben contestarse. Es una reacción refleja de quien se adhirió sin entender y, sin todavía saber el por qué, necesita seguir en el útero de una madre confortable: una patria, un rito, una leyenda. El fundamentalismo no puede permitirse el lujo de la tolerancia, porque en un contexto abierto pasa frío con sus vergüenzas al aire.

| etiquetas: fundamentalismo , religión , ideología , sociedad

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