El argumento a favor de reducir el consumo de carne es tan convincente que uno pensaría que los políticos serían menos tímidos a la hora de hacerlo. Sin embargo, mientras los activistas advierten con creciente urgencia que la producción ganadera mundial está acelerando el colapso climático y causando daños devastadores a la naturaleza y la salud humana, los gobiernos siguen siendo reacios a abordar el consumo de carne. Sin embargo, todavía lo subsidiamos.
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