"Había algo de Casado que no acababa de convencerme. Me parecía, sí, un hombre de empatías variables. Un camaleón sentimental. Lo que castizamente se llama un bienqueda o un veleta". La descripción que firma Cayetana Álvarez de Toledo en la autobiografía parcial que acaba de publicar no es la de una persona despechada y desilusionada con un proyecto político.
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