Marion Brown recibió una llamada telefónica de un periodista diciéndole que se habían filtrado documentos que detallaban una historia difícil y personal de ella. Casi tres años antes había denunciado por acoso sexual a su antiguo jefe, John Conyers. A pesar de que tres compañeros de trabajo corroboraron su versión, tuvo problemas para encontrar un abogado que llevara su caso. Brown tuvo que pagar con parte de su acuerdo a los abogados, mientras que a Conyers no le costó ni un centavo: los contribuyentes pagaron la factura.
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