la Marina fue olvidada, como si de ella no dependiese nada, y para la cual, el ejecutivo, que rebosaba mezquindad para todo lo que representase España, nunca tenía presupuestos, por lo que ni se podían construir nuevas unidades ni se podían reparar las existentes. Presupuestos mezquinos. Pero presupuestos mezquinos para la renovación y mantenimiento de la flota, no para otros menesteres.
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