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Magníficamente mal

Comí pimientos de Padrón con el señor Feijóo. Tenía dos caras. El hombre que hablaba era amable, sonriente. El que comía tenía la mirada oblicua, iliberal, de quien sospecha que todos los pimientos le van a picar. Y así me empecé a sentir yo cuando comí con el señor Feijóo. Como un pimiento de Padrón. Ya lo dijo Huckleberry Finn: “Si uno se encuentra en cualquier sitio donde no debe rascarse, le pica el cuerpo en más de mil sitios diferentes”.

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