Ambuila dejaba pasar millonarias cargas de contrabando a cambio de dinero, según el ente acusador. Su hija se daba la gran vida con la plata que recogía su padre: iba a festivales de música electrónica, tenía viajes por todo el mundo, ropa de alta costura, tenía un celular en oro exclusivo de edición limitada, el Lamborghini de 1.000 millones y un Porsche de color blanco que se desconoce su valor, pero que Ambuila usaba para ir a la universidad.
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