La derecha extrema ha retorcido un término que llama a estar despierto ante el racismo, la homofobia o la desigualdad y lo vende como una abominación excluyente de la izquierda y cuyo único mérito es la cancelación. La socióloga Marisa Ramírez explica que "el uso despectivo de las palabras cala en la sociedad, se ha convertido un posicionamiento por los derechos civiles en un pecado, cuando se defienden posicionamientos como el derecho a la seguridad y a la vida de un colectivo como el de las personas deberían ser compartidos por todos"
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