El 15 de julio de 1945, un carcelero de la prisión parisina de Cherche-midi, la misma en la que había estado preso el célebre Alfred Dreyfuss, hacía un macabro descubrimiento en una de las celdas de aislamiento: el interno que la ocupaba en espera de su juicio por crímenes de guerra se había ahorcado. Su nombre era Kurt Gerstein y daría mucho que hablar en los meses siguientes por la extraordinaria historia que hasta entonces nadie creía y que se terminaría revelando como auténtica.
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