Sarah, un nombre ficticio porque prefiere no desvelar su identidad, cobra 511 euros mensuales del ingreso mínimo vital. Le operaron una mano, tiene una vértebra desplazada y sus problemas de salud no la dejan volver a su trabajo de camarera de piso. Tiene un hijo de 16 años a su cargo y paga 430 euros de alquiler.
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