Si hay una frase que se ha aplicado una y otra vez a las impresoras 3D es la de que esta tecnología prometía mucho. El problema es que no ha pasado de ahí. De prometer, digo. Porque las impresoras 3D prometían en 2010, en 2011, en 2012, en 2013, en 2014, en 2015 y en 2016. Y entonces nos cansamos de tanta promesa y comenzamos a depositar nuestras esperanzas en otros ámbitos. Las impresoras 3D molaban, pero no tanto como para que esas promesas no pasaran de ahí.
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