Cada noche el grupo se reunía de forma secreta. Todos ellos —estudiantes veteranos— tenían sus propios alias y funcionaban como un club clandestino. Era comprensible: se trataba de los años treinta y el lugar en que vivían y estudiaban, la prestigiosa y ultraconservadora universidad de Cambridge, les imponía esta oscuridad. Al principio, casi nadie supo de su existencia. Comenzaron las primeras excursiones por las alturas a mediados de los años treinta, posiblemente como una forma de escapar del tedio y el control férreo de las autoridades.
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