El elenco de heridas que podía recibir, a lo largo de su carrera, un soldado de los tercios, resultaba extraordinariamente variado: disparos de mosquete, arcabuz y pistola, picazos, estocadas, cuchilladas, flechazos, golpes contundentes de maza, heridas de metralla, quemaduras… Así ocurrió en uno de los acontecimientos más célebres del sitio de Breda, la defensa del reducto de Terheiden...
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