Sabemos que es una frase digna de la patafísica, pero fue pronunciada por un dirigente falangista: «Por la república sindical comunal, ¡Arriba el hombre!». Porque no era tan sencillo diferenciar a unos y a otros. La prensa y el público en general, durante la transición y en la época en que distintas facciones de la extrema derecha española se disputaban el liderazgo político, no lograban ver las diferencias entre unos y otros. Pero las había, tanto que en decenas de ocasiones se golpearon unos a otros, asaltaron sus sedes o derribaron sus tende
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