El objetivo es acabar con la escasez de mano de obra en algunos sectores –un problema agravado tras el Brexit y la pandemia– y reducir la factura cada vez más abultada del gasto público en concepto de subsidios por desempleo y bajas médicas de larga duración. Cerca de un millón de empleos que siguen vacantes en el Reino Unido. Unos puestos que deberán ser ocupados en su gran mayoría por trabajadores británicos, ya que las nuevas medidas para frenar la llegada de inmigrantes provocarán un descenso en la mano de obra procedente de otros países.
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