En cuatro años, atravesados por otras tantas citas electorales, el discurso de los cuatro partidos que se han repartido, hasta la emergencia de Vox, las mayorías en el Congreso ha mutado sin apenas descanso. Los asuntos que los portavoces políticos introducen en el debate público pasan de centrales a desaparecidos y la ideología que proyectan con su discurso vacila entre acariciar el extremismo de su bloque y el regreso a la moderación. Una papeleta del mismo partido ya no significa lo mismo en las urnas de 2015 que en las de 2019.
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