Como es bien sabido, aunque algunos se empeñen en disimularlo o negarlo, la consecuencia más indeseable de la crisis y de su gestión política ha sido un gran incremento de la pobreza y la desigualdad. Una parte de estos dos fenómenos son debidos a los niveles tan elevados de paro, promovidos por una equivocada política económica. Otra parte tiene su origen en decisiones políticas en diversos ámbitos: laboral, fiscal y presupuestario.
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