Los autotitulados "Robin Hoods" acuden a socorrer a los pobres "campesinos" del estacionamiento: ponen monedas en parquímetros vencidos y dejan una tarjeta en la que les informan que los han rescatado de "la tarifa del rey". Nadie, ni siquiera el rey —en este caso el ayuntamiento de la pintoresca ciudad universitaria de Keene, New Hampshire— les niega el derecho a usar sus monedas como capital político en su lucha contra lo que llaman la opresión del gobierno.
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