"Lo de ayer con Javier es una demostración palpable de que ni están ni se les espera cumpliendo con el compromiso que el Papa les exigió en el Motu Proprio. Lamentable espectáculo de indignidad y perversión, la iglesia tiene que cumplir con sus víctimas porque lo contrario, lo de ayer en Astorga, es una absoluta infamia, se grabe o no. Hay testigos", concluye.
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