Es lo que han demostrado un grupo de investigadores de la Universidad de Stanford, que presentará sus hallazgos próximamente en en una convención internacional. Utilizando el pequeño robot NAO, de forma más o menos humanoide, los investigadores midieron la reacción física de un grupo de personas al tocar diferentes partes de la máquina. El NAO fue programado para pedir al humano que le tocara diferentes zonas.
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