La CUP se ha convertido en la versión antisistema de la puta y la ramoneta. El mismo día que anunciaban el veto a los presupuestos ya se arrepentían y decían que habían "querido hacer otra cosa", que "hoy no se acaba nada" y que "no se rompe ningún acuerdo político". En TV3, le preguntaban a la diputada Mireia Boya cómo se sentía después de que CDC y ERC votaron con el PP en Mardrid y tiró pelotas fuera: "estamos en Cataluña". El verdadero problema de la CUP es que eres antisistema o eres parte del sistema: las dos cosas a la vez no puede ser.
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