El amor histérico y exacerbado hacia el propio territorio parece ser que conlleva, en el 87 % de los casos, una notable propensión a convertir a la persona portadora de esa pasión en un ser despreciable, similar a lo que popularmente se entiende como un hijoputa. Esto es, al menos, lo que acaba de confirmar el Instituto Europeo de Estudios Extraordinarios después de efectuar un estudio sobre mil quinientos patriotas de diversos países que fueron seleccionados por demostrar una desmesurada devoción por la tierra que les vio nacer.
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