Muchas veces se piensa que sólo las personas que padecen de un trastorno de personalidad antisocial o aquellos que tienen una lesión cerebral son capaces de desarrollar conductas inmorales extremas. Se dice, casi a manera de excusa, que estas personas son incapaces de experimentar remordimiento y que incluso no pueden sentir empatía. Quizás esta idea nos hace sentir seguros pero lo cierto es que las personas normales también pueden presentar conductas inmorales extremas.
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