El cura de Carballo (Cangas del Narcea) les encargó construir 32 nichos en el cementerio del pueblo, pero arramblaron con las tumbas antiguas y tiraron los restos en dos escombreras, concretamente en Las Mestas y Río Seco. Los vecinos pusieron el grito en el cielo al saber que los huesos de sus antepasados estaban tirados como basura en el muladar, y que habían estado depositados en sacos y calderos en la sala de autopsias del cementerio. Los vecinos encontraron lápidas en las escombreras.
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