Esta vez le tocó a John Allen Chau, un desgraciado (y chapucero) pretendiente a misionero cristiano que al grito de “Mi nombre es John, te amo y Jesús te ama” se ofreció ufanamente a los sentineleses como diana de tiro al arco. Además de la candidez extrema del norteamericano, un oficial canadiense que convivió con las tribus de andamaneses a principios del siglo pasado, pudo tener mucho que ver en la hostilidad de la que probablemente sea la última tribu preneolítica del mundo.
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