Rita Barberá, alcaldesa de Valencia desde 1991, se está quedando sin tiempo ni dinero para uno de los proyectos faraónicos que viene impulsando desde hace lustros: la conexión del centro de Valencia con la fachada marítima de la ciudad mediante la apertura de una avenida de 48 metros de anchura que provocaría la demolición de 1.600 viviendas y la destrucción del 30% de un barrio, el Cabanyal.
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