Con estas palabras, difundidas a través de su cuenta de X (antes Twitter), condenaba el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, el atroz bombardeo de un hospital de Gaza que causó al menos 500 muertos y centenares de heridos, y donde se refugiaban también miles de ciudadanos que huyen de los bombardeos israelíes, según informan diversas agencias de prensa.
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