El presidente de Brasil, Michel Temer, está dispuesto a sacrificar millones de hectáreas de selva persiguiendo un proyecto inútil del siglo XVI: una fortuna de oro en la Amazonía. Temer firmó un decreto con el fin de abrir una reserva en la selva —un área más grande que Dinamarca— para que se realice una explotación minera comercial que amenaza décadas de progreso en los temas de protección ambiental y derechos indígenas en la Amazonía.
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