Durante cuatro décadas, Orantes intentó escapar de su situación muchas veces; acudió a la policía, intentó divorciarse. Pero vivía en España, donde, como en casi toda Europa, no existían leyes que protegieran a la mujer de la violencia doméstica. Su divorcio fue finalmente concedido en 1996. El año siguiente, Orantes superó sus miedos y salió en televisión para hablar sobre el abuso que había sufrido. Contar su historia solo había provocado, una última vez, la furia de su esposo. Su trágica muerte ocurró el 17 de diciembre de 1997.
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