Bastará con que la idea de dimitir les roce ligeramente el escroto para que automáticamente el corrupto imputado se vea obligado a dejar de malversar fondos públicos en ese preciso momento y se dirija ipso facto a la sede del Partido Popular más cercana para presentar su dimisión. “No quiero ni que se detengan a tomar un café en el bar”, ha precisado Fabra.
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