La casa es una estructura de hormigón en bruto rodeada de monte bajo. Parece construida con prisas, pero ha estado aquí durante décadas, igual que Amal. Esta abuela palestina asegura que está acostumbrada al acoso constante, pero sostiene que ahora los ataques son cada vez más frecuentes. El pasado 13 de febrero, relata, un grupo de colonos israelíes rodeó su propiedad en mitad de la noche. Rompieron todos los cristales que pudieron ver, incluidas las ventanas de los automóviles y los paneles solares, antes de atacar la casa.
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