La suerte de Roman Abramovich comenzó a cambiar cuando el Gobierno de Boris Johnson en el Reino Unido tomó la decisión de congelar sus cuentas por su presunto vínculo con Vladimir Putin. Después, se sumaron las sanciones de Estados Unidos. Aunque ahora está interviniendo en las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania a favor del país invadido, su imagen está mancillada y su economía peligra (su Chelsea también se las está viendo negras).
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