Hace unos meses se hizo público el caso de Gilberto Escamilla, un trabajador del Condado de Cameron en Texas que se había hecho con una pequeña fortuna de una forma poco usual: vendiendo fajitas robadas. Su negocio ilegal le había proporcionado $1.25 millones, hasta que pillaron. Esta semana, Escamilla se declaró culpable y recibió su sentencia: 50 años en prisión.
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