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(...) Es solo mi historia. Una más. Una pequeña. La de una mujer pobre con una responsabilidad excesiva entre unas manos ya cansadas y con un decorado de mierda. Cansada de precariedad, cansada de ver desmoronamientos a su alrededor, cansada de pasividad institucional, cansada de vivir en un mundo hostil y autófago, cansada del capitalismo bastardo que se ceba con las más débiles a patadas en un callejón, cansada de benzodiacepinas, recaptadores de la serotonina y la madre que parió a una vida que solo enseña los colmillos a la gente buena.

| etiquetas: depresión , pobreza , precariedad , locura , hospital , medicamentos

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