Basado en hechos reales (II)

Benito observaba con un nudo en la garganta a su mujer y a su hijo mayor que, gracias a la cortesía de un viajero del tren, viajaban sentados en un incómodo asiento. El pequeño, Estebitan, no era consciente de la situación y dormía en brazos de su madre.

Llevó instintivamente la mano al bolsillo donde guardaba los pasaportes con visado de turismo. Entrarían como inmigrantes ilegales pero le habían dicho que, si encontraba trabajo, obtendría el permiso de residencia.

Viajaban hasta una localidad francesa y para él era una aventura de final incierto, pero sin alternativa. Trabajando catorce horas diarias, no podía ni pagar los intereses de sus deudas.

Corría el año 1960 y España había salido de la autarquía económica, empujando a la emigración a miles de españoles. Aunque eso no lo sabía Benito. Si le hubieran preguntado, no podría haber dicho ni qué es un arancel.