Los griegos ya entendían el fenómeno de la reverberación, es decir, el funcionamiento del refuerzo sonoro, el cual era principalmente generado en un espacio cerrado, donde el sonido se propagaba a través del aire y que a su vez chocaba con las paredes del espacio, dando paso al reflejo y expansión de este en el lugar, generando así una onda de sonido. En otras palabras, es el tiempo que un sonido tarda en expandirse en un espacio determinado: a más grande el espacio, mayor tiempo de reverberación se crea (Golle, 2014, pp.91-93).