Aunque su origen está en el siglo XIII, que es donde se sitúan las primeras referencias, la documentación concreta sobre sus labores y funciones data del siglo XVI. En esa documentación se habla ya de que la hermandad realiza como especial trabajo la recogida de cadáveres y su cristiana sepultura. También asistían a los condenados a muerte, encargándose de la su última cena antes de morir. Si la condena suponía que el ajusticiado debía ser desmembrado y enterrado en la zona donde había cometido su crimen, esto también era labor de la Hermandad.