La historia de los últimos años en torno al tro de bac, el mítico petardo de las despertàs, es la de un símbolo que se tambalea sobre la cuerda de la supervivencia. Su pólvora estuvo a punto de mojarse en 2012 cuando se endureció la normativa europea y la mayoría de casas pirotécnicas rechazaron su producción. Dispararlo requería superar un curso para expertos, el CRE, y solo se le podía ver en la macrodespertà del Ayuntamiento.