Cuando alguien pregunta si es guapo y le responden «es simpático», no insiste. La respuesta es clara: nadie recuerda guapos simpáticos en ese momento. Con las mascotas deportivas ocurre algo similar; cuesta llamarlas feas sin resaltar que tienen cierto encanto. Por eso, tampoco puede decirse que sean feas a rabiar. Quizá porque en algún momento formaron parte de la infancia de tantos, es difícil asegurar que Curro, Cobi o Naranjito son simplemente horrendos.