Gran Hermano llegó con el eslogan de “la vida en directo”. Una década después, todos protagonizábamos nuestro propio reality en nuestros perfiles de las redes sociales. Hoy, como en un reality cerdo, de horario canalla, tipo Hotel Glam, las discusiones entre los representantes políticos transmiten la misma vergüenza ajena. Todo es mentira, todo da asco y lo único que importa es deshacerse de los demás. Yo no me preocuparía del reality que es La Isla de las Tentaciones, sino del reality que es todo lo que no es La Isla de las Tentaciones.