Una de las causas menos conocidas del genocidio de Ruanda, donde cerca de un millón de personas fueron masacradas a machetazos en 1994, fue la libertad de expresión mal entendida. Políticos, activistas y periodistas hutus prepararon el terreno e incitaron el exterminio de los tutsis a través de una campaña de odio que utilizó la emisora RTLM como altavoz. Uno de los mensajes más repetidos describía a los miembros de la etnia rival como “cucarachas”. Y si no eran más que eso, insectos capaces de colarse en tu casa y extender la enfermedad.
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