Era la gran animadora literaria del barrio, una mujer con la risa en los labios, feliz, culta y apasionada por los libros. También por los autores y los editores.
muy humanista la señora, pero tenía que llenar la nevera y vendía los mismos libros nauseabundos del Fedeguico, el Arturo y la Lucía. así que DEP, pero menos flores. por cierto: hasta la polla de que todas las librerías tengan que tener esa imagen de plató de Bricomanía con las paredes falsamente desnudas (con el ladrillo visible, sin enlucir, pintar ni nada). luego ves que venden en todas las mismas mierdas premios Planetas del coño!