Suele ser malinterpretado por Javier Milei y muchos otros como un defensor acérrimo del libre mercado y el laissez-faire. No sólo no era así, sino que estaba preocupado por las consecuencias negativas del capitalismo desenfrenado y criticaba cómo las grandes corporaciones y los ricos manipulaban las leyes para su propio beneficio, creando de este modo privilegios monopólicos. Estas preocupaciones que tenía Smith sobre los colonizados (irónicamente, similares a las que profesa el marxismo) iban también dirigidas hacia la propia Gran Bretaña.
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