Los primeros en detectar la señal fueron los operadores de sónar de los submarinos de la clase Oberon que circulaban bajo las aguas de la Antártida. Corrían los años 60, en plena Guerra Fría, y en sus paneles captaban una señal repetitiva, con una frecuencia audible entre los 50 y los 300 Hz, así que no es extraño que empezaran a correr las teorías sobre su origen. ¿Estaban los soviéticos detrás de aquella señal? ¿Se trataba de algún nuevo dispositivo submarino? Cincuenta años después, el equipo de Denise Risch, del NOAA, acaba de desvelar...