Cansados de escuchar que Huelva es una ciudad fea, que no tiene nada que ver, que menos mal que tiene, eso sí, una provincia maravillosa, aparecía un punto de luz que iluminaba algo tan esencial y tan menoscabado como una identidad propia susceptible de generar orgullo, y mostrarse. Un ejemplo tangible y consistente de un pasado único, destacado, verdaderamente ‘original’ -a los eslóganes hay que darles contenido de verdad-. Una prueba que elevaba, de nuevo -pero esta vez también cuantitativamente-, la posición de la antigua villa...