En la cubierta, roja, hay un par de zapatos. Unos zapatos viejos, hechos trizas, de los que apenas se conserva la suela, el tacón y la hebilla. No tienen dueña. Bueno, sí la tienen, pero no sabemos quién. Podrían ser de su abuela, de cualquier mujer que fuera joven en España en los años 30, o podrían ser de Vicenta Mena Mahíques y de Rosa Climent Grimaldo, fusiladas y enterradas en la fosa de 115 del cementerio de Paterna, donde se encontraron.