Apenas cuatro kilómetros y un buen puñado de curvas después de dejar el municipio, aparece un espectáculo impensable en medio de los bosques y montes de la Sierra Oeste de Madrid. Seis antenas, que oscilan entre los 11 metros de diámetro de la más pequeña y los 70 de la más grande, aparecen en un lugar donde no hay más movimiento que el del ganado cercano y el del zumbar de los mosquitos. El resto, silencio y tranquilidad, aunque dentro del complejo trabajan hasta 150 personas.