Nunca pude con la música. Nunca aprendí a tocar un instrumento, ni de lejos. No tenía ni idea de cómo se hace una partitura musical. Una hoja de música me era tan ininteligible como una lengua extranjera. Así que, aunque llegué a apreciar la música clásica como mero oyente, la comprensión musical nunca fue para mí...

No sé si entiendo a los italianos pero me gusta su modo de vivir, de sentir, de gozar siempre con esas dosis de belleza que para ellos es imprescindible. No me he sentido extranjero. El otro día confesé a mi hija que había tenido en tiempos una novia italiana, hace muchos años, pero recuerdo como si fuera hoy sus palabras, su acento, sus expresiones, su cuerpo. Roma.